Resumen del libro de Rafael Echeverría

domingo, 25 de noviembre de 2012

1. Bases de la ontología del lenguaje

Estamos participando de una transformación histórica fundamental que es la gestación de una nueva y radicalmente diferente comprensión de los seres humanos, lo que resulta un acontecimiento especial de la historia que tiene el poder de reconfigurar lo posible y modificar el futuro. Es el umbral de una nueva era histórica.


La historia suele concebirse como la secuencia de las huellas dejadas por los acontecimientos ocurridos en el pasado, pero no todos los acontecimientos tienen el mismo impacto sobre el futuro. No todos los momentos de la historia han sido igualmente fecundos en la producción de nuevas posibilidades.

En la antigua Grecia, alrededor de 700 A.C fue inventado el alfabeto, que representó una nueva forma de comunicación. Este hecho tuvo consecuencias históricas trascendentales porque dio las condiciones a partir de las cuales se creó un tipo de ser humano particular: el hombre y mujer occidentales. Con esta invención las nociones de educación, sabiduría y convivencia social fueron transformadas y se inventó la democracia. Con estos cambios fundamentales en la sociedad surgieron nuevas prácticas sociales y tuvo lugar una consecuencia menos visible pero existente, la transformación de categorías mentales, esto es, la manera en que los seres humanos piensan sobre ellos y el mundo. Antes de la invención del alfabeto "lenguaje y acción" estaban estrechamente unidos, los seres humanos habitaban en lo que llamamos un "lenguaje del devenir". Los poetas eran los responsables de la educación, relataban épicas o fábulas para cumplir su función de enseñar. El alfabeto separó al orador, el lenguaje y la acción, lo que representó un gran cambio. Se produjo un desplazamiento de un lenguaje de acción a un lenguaje de ideas, lo que dio lugar a la reflexión. Una vez que el texto estaba escrito parecía hablar por sí mismo y el orador dejó de ser necesario. Cambió la manera de pensar las cosas y la reflexión pasó a suplantar el papel que previamente había tenido el relato de los acontecimientos. Se pasó a hablar de los valores como ideas y no como rasgos propios de los héroes épicos. Se empezó a poner énfasis no en las acciones sino en el "ser" de las cosas y con ello se abandonó el "lenguaje del devenir" y se llegó al "lenguaje del ser". Este paso resultó una transformación fundamental y gran logro histórico, pues desató fuerzas de la reflexión y del pensamiento racional. De esta manera nació la racionalidad, marca de fábrica del pensamiento occidental.

El interés por el arte del pensamiento certero desarrolló la lógica. Los principios lógicos mostraron la senda del pensamiento válido (la forma de trasladarnos de una idea a otra para alcanzar lo verdadero y esquivar lo falso).

El poder del pensamiento se hizo evidente con el nacimiento de la racionalidad, pues permitió transformar el mundo, destruir a los enemigos y dio la ilusión de posibilitar el dominio de la naturaleza.

Se llegó a pensar que "pensar" era una acción superior al resto de las acciones y se llegó a olvidar que el pensamiento mismo es una acción. Se cambió la comprensión del ser humano.

Una vez que llegó el "lenguaje del ser" el ser humano comenzó a preguntarse por el "ser" de todo, incluido el propio ser humano. El ser humano comenzó a suponer que la razón no tenía límites y que a través de esta se podía conocer todo, dominar completamente el entorno natural y las relaciones con los demás en tan solo una cuestión de tiempo. La razón se posicionó en la mente del ser humano como la clave para asir el "ser" de las cosas. El énfasis puesto en el "ser" de las cosas condujo a minimizar el papel jugado por el lenguaje, que se colocó en una postura de constituir un papel pequeño o nulo en la conformación del ser humano y del mundo. Se comenzó a suponer que el "ser" precedía al lenguaje.

Después del surgimiento de un grupo de filósofos conocidos como los metafísicos, conducidos por Platón, discípulo de Sócrates, y Aristóteles, discípulo de Platón, se cristalizó una síntesis coherente basada en los nuevos supuestos y esta se convirtió de pronto en la visión social predominante. El sentido común actual se basa en gran medida en los supuestos metafísicos, generados originariamente por estos metafísicos de la antigua Grecia.

Desde los primeros griegos hemos cambiado nuestra comprensión de muchas cosas, no se puede decir que pensamos de la misma manera que ellos, pero hemos mantenido en conjunto los supuestos metafísicos básicos desarrollados en la Grecia temprana. El desarrollo histórico ha tenido lugar sin romper con estos supuestos principales, manteniendo esta básica comprensión de lo que significa ser humano, en este sentido nos hemos mantenido fieles a los primeros metafísicos griegos.

La filosofía de Descartes -el cartesianismo- ha sido la más influyente de los tiempos modernos. La modernidad se desarrolló dentro de una armazón cartesiana aceptando los principales supuestos formulados por Descartes pero al examinar dichos supuestos podemos percatarnos de que son fieles a la antigua tradición griega de comprender al ser humano como un ser racional. La filosofía de Descartes es expresión histórica del impulso dado al alfabetismo por medio de la invención de otro cambio que resultó de suma importancia en la manera de comunicar: la imprenta o prensa escrita. Con la imprenta la separación inicial entre el orador, lenguaje y acción se profundizó y extendió a todos los niveles de la sociedad. Los libros se convirtieron en artículos fácilmente adquiribles y esto permitió la emergencia del sistema escolar, la expansión social del alfabetismo y la democratización y extensión de la racionalidad a todo rincón de la vida social. La invención de la imprenta también permitió el desarrollo de la esfera de privacidad e intimidad individual y una expansión del amor romántico. Con Descartes el pensamiento es nuevamente la base para entender al ser humano, el pensamiento siempre adquiere precedencia. Descartes postula que es el pensamiento lo que nos convierte en el tipo de ser que somos y dice que podemos concluir: "yo pienso, luego existo", lo que plantea que es la razón lo que nos hace humanos. Sin embargo, actualmente está surgiendo una comprensión radicalmente nueva del ser humano, a esta nueva comprensión es a lo que se le llama ontología del lenguaje.

Actualmente enfrentamos una nueva revolución de importancia capital en la manera de comunicarnos. En las últimas décadas ha sucedido algo similar a lo que ocurrió en la antigua Grecia con la invención del alfabeto, pues hemos enfrentado una transformación importante en nuestra manera de comunicar como resultado de las innovaciones tecnológicas y la emergencia del lenguaje electrónico. La irrupción del lenguaje electrónico comprende un proceso que contiene la profusión de medios de comunicación y hoy en día observamos la manera en que los distintos medios de comunicación confluyen y se integran unos con otros en diferentes configuraciones multimedia. Como resultado de esto, el mundo se ha transformado convirtiéndose en la"aldea global" de la que habló MacLuhan hace más de tres décadas. La distancia siempre fue un factor relevante para la manera en que el ser humano organizaba su vida pero en la actualidad resulta cada vez más irrelevante. Este nuevo lenguaje ya ha cambiado y seguirá cambiando la manera en que convivimos y nos relacionamos. Por otra parte, hoy en día el cambio se ha convertido en un aspecto permanente de la vida, pues nada permanece igual durante mucho tiempo, ahora la predominancia del "ser" vuelve a ser sustituida por la del "devenir". Estas nuevas condiciones van llevando al "observador metafísico", que por tanto tiempo constituyó la visión que el ser humano tiene del mundo, hasta sus límites, pareciera que la metafísica se aproxima a su agotamiento histórico y esto va a afectando la forma de pensarnos y la forma de pensar el mundo.

Los nuevos desarrollos desafían al programa metafísico. En el campo de la filosofía encontramos que Nietzche nos ha entregado la más fuerte crítica a la comprensión del alma humana, fue el primer filósofo que se situó fuera del marco metafísico y cuestionó los supuestos básicos. Martin Heidegger da su fenomenología existencial y hace una crítica a los supuestos del cartesianismo, que declaraban al ser humano primariamente como ser racional. Ludwig Wittgenstein ofrece una comprensión del lenguaje totalmente nueva. Las contribuciones de estos filósofos abrieron puertas que otros cruzarían y la filosofía entera ha sido trastornada enormemente durante este siglo. A este proceso se le ha denominado "giro lingüístico", pues el lenguaje pareciera haber tomado el lugar privilegiado que por siglos ocupó la razón. En el campo de las ciencias biológicas también se han dado importantes desarrollos. Se ha postulado que el rasgo básico que distingue a la especie humana de otras es el lenguaje humano. Fue Ernst Mayer quien introdujo este postulado a principios de los sesenta. La relación entre el ser humano y el lenguaje ha sido explorada a mayor profundidad y ahí destaca la contribución del biólogo Humberto Maturana. Finalmente, han habido también importantes logros en el campo de la psicología sistémica, antropología, sociología y lingüístia y, en cada una de ellas el hilo conductor ha sido el reconocimiento de la importancia del lenguaje para comprender la vida humana. La ontología del lenguaje intenta reunir estos distintos desarrollos que a menudo pueden parecer contradictorios en una unidad coherente que apunta a observar los fenómenos humanos desde una perspectiva no-metafísica.

El término "ontología" se toma prestado de una tradición muy específica y se le otorga un sentido particular. Fue acuñado por los antiguos griegos y para ellos significaba la comprensión general del ser en tanto tal. La ontología griega estaba enmarcada dentro del programa metafísico. El nuevo uso del término arranca de la tradición inaugurada por Martin Heidegger, para quien la ontología se relaciona con su investigación acerca de lo que llamaba Dasein, que se puede sintetizar como el modo particular de ser del ser humano. En este sentido la ontología hace referencia a la comprensión genérica y a la interpretación de lo que significa ser humano. Al decir que algo es ontológico hacemos referencia a una interpretación de las dimensiones constituyentes que compartimos en tanto seres humanos y que confieren un particular modo de ser, en este sentido la ontología no implica necesariamente una adopción de la perspectiva metafísica. La ontología del lenguaje reivindica que se pueden generar ontologías no-metafísicas.

Toda acción y todo decir presuponen juicios sobre lo que en tanto seres humanos nos es posible, por lo tanto cada vez que decimos algo y cada vez que actuamos no sólo se manifiesta lo que hacemos o decimos sino también una determinada interpretación de lo que significa ser humano y, por lo tanto, una ontología. Al aceptar lo anterior se deduce que cualquier postulado que se haga sobre el "ser" en general o sobre otros seres humanos está basado en una comprensión subyacente del ser que formula ese postulado. Consecuentemente la ontología en cuanto comprensión de lo que significa ser humano sienta las bases para la antigua noción de la ontología como comprensión general del ser: "cada pensamiento hecho por un observador nos habla del tipo de observador que ese observador considera que es".

Podemos no percatarnos de que al actuar o hablar revelamos esos supuestos ontológicos subyacentes, pero aún así los revelamos. Al entender esto comprendemos que para hacer cualquier planteamiento hacemos implícitamente un planteamiento de cómo somos en tanto seres humanos. Nuestra comprensión de lo que significa ser humano es piedra angular de todas nuestras acciones, por lo tanto una ontología precede a cualquier otro postulado sobre cómo podrían ser las cosas. La ontología es una interpretación primaria.

El postulado de que todo lo que hacemos revela nuestro juicio sobre nosotros mismos es la base de uno de los usos de la ontología del lenguaje: el "coaching" ontológico.

La ontología del lenguaje puede verse como uno de los desarrollos importantes que actualmente surgen en los distintos campos de la vida humana, que se mueven en una dirección similar y que frecuentemente comparten supuestos y sensibilidades similares.

Los tres postulados básicos de la ontología del lenguaje son:
1. Interpretamos al ser humano como ser lingüístico (Postula que el lenguaje es, por sobre todo, lo que hace a los seres humanos el tipo particular de seres que son y que el lenguaje es clave para comprender los fenómenos humanos)
2. Interpretamos al lenguaje como generativo (Las consecuencias del primer postulado sólo pueden ser plenamente extraídas en medida en que seamos capaces de modificar radicalmente la concepción tradicional del lenguaje; cuestiona la concepción tradicional del lenguaje y reconoce que el lenguaje no sólo nos permite hablar sobre las cosas sino que hace que sucedan las cosas. Abandona la noción que reduce el lenguaje a un papel pasivo o descriptivo y sostiene que el lenguaje es generativo, que el lenguaje crea realidades y genera ser)
3. Interpretamos que los seres humanos se crean a sí mismos y al lenguaje a través de él (Una vez unidos los primeros dos postulados emerge una nueva comprensión del ser humano. La ontología del lenguaje sostiene que la vida es el espacio donde los seres humanos se inventan a sí mismos. Postula que el ser humano no es de una forma de ser determinada ni permanente y que los individuos tienen la capacidad de crearse a sí mismos a través del lenguaje. Explica que nadie es de una forma de ser dada e inmutable que no permita infinitas modificaciones)

El foco de atención de la ontología del lenguaje son los seres humanos. Plantea que ser humano es estar en un proceso permanente de devenir, de inventarnos y reinventarnos dentro de la deriva histórica y que no existe tal cosa como una naturaleza humana predeterminada. La ontología del lenguaje explica que "no sabemos lo que somos capaces de ser ni sabemos en lo que podemos transformarnos", que nuestro ser es indeterminado y es un espacio abierto apuntando hacia el futuro.

Una comprensión ontológica de nosotros mismos nunca puede darnos una única respuesta correcta que explique la determinada pregunta de lo que signifique ser humano, pues la ontología postula que nuestro ser es campo abierto al diseño. Lo que la aproximación ontológica puede ofrecer son distinciones generales que sirven como parámetros para definir una estructura básica de posibilidades en el proceso abierto del devenir.

La estructura general de posibilidades es lo que Martin Heidegger llamó Dasein, el "ser en el mundo" que somos. La ontología es la indagación del Dasein. Heidegger se abrió al reconocimiento de que para entender lo que significa ser humano se requiere de recurrir al lenguaje porque los seres humanos habitan en el lenguaje.

El ser humano es construcción lingüística porque se inventa a sí mismo en el lenguaje, es como una especie de burbuja lingüística.

Tanto Heráclito como Nietzche entendieron que, para comprender al ser humano, no podemos concentrarnos sólo en su "ser", sino mirar también hacia lo que el ser humano no es, hacia ese espacio en el que se trascienden las formas actuales de ser y se interfiere y participa del proceso del devenir. Según Nietzche, el ser humano puede ser visto como un proceso en el que nos encontramos permanentemente huyendo de la nada mientras que a la vez somos impulsados hacia ella, hacia el "sin sentido" de nuestras vidas, e inducidos a regenerarnos constantemente un sentido. Heráclito afirmó que estamos en un proceso constante de flujo, que nunca permanecemos iguales, que cambiamos continuamente como lo hacen los ríos.

La ontología del lenguaje invita a tomar en cuenta que "todo lo dicho es siempre dicho por alguien" y que vale la pena no esconder al orador tras la forma en la que son dichas las cosas, pues esta es una trampa que el lenguaje tiende permanentemente, permitiendo a la persona que habla esconderse detrás de lo que dice.

Principios generales de la ontología del lenguaje:
1. Primer principio: "No sabemos cómo las cosas son. Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos."
2. Segundo principio: "No sólo actuamos de acuerdo a cómo somos, (y lo hacemos), también somos de acuerdo a cómo actuamos. La acción genera ser. Uno deviene de acuerdo a lo que hace."

Al trasladarnos del ser a la acción, nos permitimos entrar en el proceso del devenir y evitamos quedar entrampados en el supuesto metafísico de que el ser es inmutable, de esta manera logramos comprender que el ser es sólo un momento del proceso del devenir y únicamente una cara de ese proceso. Nuestras acciones no sólo revelan cómo somos, sino que también nos permiten transformarnos, ser diferentes, devenir. La acción, por lo tanto, ni es sólo la expresión de un determinado ser desplegándose en el mundo, sino también la posibilidad de que ese mismo ser se trascienda a sí mismo y devenga en un ser distinto.

Distintas comunidades producen distintos individuos y una vez que se logra asir el lenguaje de la comunidad se logra comprender mejor al individuo.

Los individuos se constituyen como tales a partir del lugar que los seres humanos ocupan dentro de sistemas lingüísticos más extensos. El individuo es lo que es a partir de relaciones con los demás y en el sistema de coordinación de coordinación de comportamiento no todos ocupan el mismo lugar ni efectúan las mismas acciones. El sistema del lenguaje es una estructura de relaciones y la posición de cada miembro de la comunidad dentro de dicha estructura es un aspecto importante a considerar en el proceso de individuación.