Resumen del libro de Rafael Echeverría

domingo, 25 de noviembre de 2012

6. Acción humana y lenguaje

La acción humana se relaciona con el lenguaje y esto nos lleva a reconocer que toda acción humana posee un componente interpretativo que surge desde el leguaje. La acción puede tomarse como un dominio y en relación con este pueden introducirse diversas distinciones que permiten reconocer tipos de acciones distintas. Un tipo particular de acción humana es aquella que conocemos como "prácticas sociales" y éstas pueden ser reconstruidas lingüísticamente.


La ontología del lenguaje ofrece una interpretación distinta del fenómeno humano al referirlo al lenguaje. Para entender cabalmente esta interpretación es necesario re-interpretar lo que entendemos por lenguaje y abrirnos a una comprensión que lo concibe como generativo y que postula que el lenguaje es acción, nuestro círculo interpretativo no estará completo mientras no reinterpretemos la propia acción. Únicamente entonces estaremos en condiciones de entender por qué se dice que la acción nos constituye como el tipo de persona que somos y llegaremos a ser. El ser humano, el lenguaje y la acción son tres pilares fundamentales de la ontología del lenguaje.


La "concepción tradicional" que tenemos, nuestro sentido común, descansa, entre otros, en dos supuestos heredados de la filosofía de Descartes que han servido de base al pensamiento moderno occidental. La interpretación ofrecida por Descartes en el siglo XVII ha dado sustento a casi la totalidad de nuestras interpretaciones parciales en el mundo occidental. Los postulados básicos de Descartes se transformaron en supuestos no cuestionados de nuestro sentido común. Estos supuestos son: aquél que sostiene que todo sujeto se halla expuesto a la presencia e inmediatez del mundo de objetos que lo rodea y aquel que define al ser humano como un ser eminentemente racional en su actuar por el mundo. El primero se sustenta en su dualismo originario. Su punto de arranque supone que, al examinarse la existencia humana, debemos reconocer desde el inicio, dos sustancias irreductibles: el pensamiento o la razón que nos constituye como sujetos (a lo que Descartes denomina "res cogitans") y la sustancia física que constituye los objetos ("res extensa"), dentro de la cual se encuentran nuestro cuerpo y la totalidad de los objetos naturales. Esto permite interpretar la existencia humana como constituida original y primariamente por un sujeto dado, rodeado por un mundo de objetos dados. La presencia de dichos objetos no está cuestionada, ellos se encuentran allí en el mundo, presentes naturalmente, capaces de ser percibidos por los sentidos, en medida en que no estén ocultos. Esto no niega que la percepción que el sujeto tiene de los objetos del mundo deje de tener problemas y que, por ejemplo, tal percepción no esté libre de distorsiones. Por el contrario, nuestra concepción tradicional hace de la relación sujeto-objeto su principal obsesión. El segundo de los supuestos de nuestra concepción tradicional ha sido sustentar que aquello que define al sujeto, aquello que lo caracteriza como ser humano, es el pensamiento, la razón, la conciencia, la capacidad que tiene de deliberación. Este segundo supuesto es particularmente importante para entender la acción humana, pues es precisamente en el dominio de la acción donde el concebirnos como seres racionales tiene quizás una de sus más importantes consecuencias.


El supuesto de que la razón es aquello que nos constituye y define en el tipo de ser que somos, lleva a una comprensión racionalista de la acción humana y, supone que la conciencia, la razón o el pensamiento, como quiera que lo queramos definir, antecede a la acción. Asume que los seres humanos actuamos en conciencia, guiados por la razón. Se deduce, por lo tanto, que toda acción humana es acción racional. Esto implica que no hay acción humana que no tenga su razón y, en consecuencia, que no esté antecedida por la razón que conduce a ella. La razón, por tanto, conduce a la acción. El supuesto de la racionalidad ha sido extremadamente poderoso dentro de la cultura occidental y sin duda requiere de ser visto como una innegable contribución histórica. Tras él se han desarrollado la ciencia, la tecnología y múltiples formas de vida que son expresiones del poder de la razón humana.