Resumen del libro de Rafael Echeverría

domingo, 25 de noviembre de 2012

4. Los juicios

Los juicios de valor presentan una opinión y, en materia de opinión, a diferencia de lo que sucede con los hechos, no cabe esperar el mismo grado de concordancia entre las personas.

Muchas de nuestras concepciones acerca del bien y del mal, acerca de la justicia, sabiduría, belleza y verdad están basadas en el supuesto de que podemos tratarlas en forma objetiva, con independencia del observador que hace la aseveración. Muchas interrogantes que han preocupado a la filosofía derivan precisamente del hecho de que no siempre se han diferenciado las aseveraciones. Bertrand Russell llegó a comentar que la mayoría de los problemas filosóficos tienen su raíz en errores lógicos o gramaticales y, Ludwig Wittgenstein reiteró una idea similar cuando sostuvo que los problemas filosóficos surgen cuando el lenguaje "se va de vacaciones". Muchos de los laberintos metafísicos que han generado confusiones durante siglos se han producido por no hacer una distinción tajante entre los dos tipos de aseveraciones que existen.

Este es un asunto que no se relaciona exclusivamente con interrogantes filosóficas abstractas sino que llega a permear completamente en nuestra vida diaria: en las relaciones personales, trabajo, manera en que estructuramos y escuchamos las noticias, etcétera. Ante esto, la ontología del lenguaje plantea la necesidad de hacer una marcada distinción entre aseveraciones y, para ello, abandonar la antigua interpretación de que el lenguaje describe la realidad. Sólo partiendo del reconocimiento de que el lenguaje es acción es que podremos advertir la profunda diferencia entre las aseveraciones.

La ontología del lenguaje sostiene que las aseveraciones, independientemente de sus similitudes formales, implican dos acciones diferentes, dos actos lingüísticos distintos cuya diferencia sólo puede advertirse cuando se percibe al lenguaje como acción. Se dice que son acciones diferentes porque el orador que formula las aseveraciones se está comprometiendo en cada caso a algo muy distinto cuando pronuncia una u otra. La ontología del lenguaje sostiene que el hablar no es un acto inocente porque cada vez que uno habla se compromete de una manera u otra en la comunidad en la que habla y todo hablar tiene una eficacia práctica en la medida en que modifica al mundo y lo que es posible. Este postulado permite decir que hay 5 actos lingüísticos fundamentales, que son:
1.Afirmaciones (Son aquellos actos lingüísticos en los que describimos la manera como observamos las cosas. El lenguaje de las afirmaciones se somete a un mundo ya existente. En este caso el mundo dirige y la palabra lo sigue. El lenguaje de las afirmaciones es el lenguaje que utilizamos para hablar acerca de los fenómenos o los hechos. Pueden ser verdaderas o falsas. Son actos lingüísticos mediante los cuales nos comprometemos a proporcionar evidencia de lo que estamos diciendo si se nos solicita. Las afirmaciones operan dentro de un determinado espacio de consenso social y las distintas comunidades desarrollan distintos consensos sociales mediante los cuales aceptan algo como verdadero o falso. Los consensos que la comunidad establece son obligatorios para todos los miembros de la comunidad y, toda comunidad crea un "espacio declarativo" consensual en el cual sus miembros pueden formular afirmaciones. Por lo tanto, lo que se considera verdadero en una comunidad puede cambiar según el consenso social vigente. Lo que resulta verdadero o falso, por lo tanto, siempre es un asunto de consenso social. Una afirmación es siempre dentro de, y para, una determinada comunidad en un momento histórico dado.)
2.Declaraciones (A diferencia de lo que sucede con las afirmaciones, cuando se hace una declaración, las palabras guían y el mundo las sigue. Las declaraciones no existen hasta que alguien las formula. Cuando hacemos una declaración nos estamos comprometiendo, implícitamente, a tener autoridad para hacerlo. El compromiso social que involucra una declaración es, por lo tanto, muy distinto al que involucra una afirmación.)
3.Promesas
4.Peticiones
5.Ofertas

En la medida en que estos actos lingüísticos implican distintos compromisos sociales, como diferentes maneras de intervención, pueden ser clasificados como acciones diferentes.

En los juicios el compromiso del orador no es proporcionar evidencia, la formulación de este tipo de enunciados no implica que cualquiera que hubiese estado en el lugar de los hechos coincida necesariamente con la persona que los formula. Los juicios pertenecen a la clase de actos lingüísticos básicos que se denominan declaraciones. Las declaraciones son distintas a las afirmaciones porque generan nuevos mundos.

Los juicios son como veredictos, tal como sucede con las declaraciones, con ellos se crean realidades nuevas que sólo existen en el lenguaje, no describen algo que ya existiera antes de que fueran éstos formulados. Los juicios no apuntan hacia cualidades, propiedades, atributos, etcétera, sino que la realidad que generan reside totalmente en la interpretación que proveen. Son enteramente lingüísticos.

El juicio siempre vive en la persona que lo formula y, si una comunidad ha otorgado autoridad a alguien para emitir un juicio, éste puede ser considerado como un juicio válido para dicha comunidad. Sin embargo, aun cuando esta situación se de, siempre podemos no estar de acuerdo y tener una opinión distinta. Los juicios, a diferencia de las afirmaciones, no atan, siempre dan lugar a la discrepancia.


Los juicios son declaraciones pero no toda declaración es un juicio. Al igual que en las declaraciones, la eficacia social de los juicios reside en la autoridad que tengamos para hacerlos. Las personas, sin embargo, se mantienen continuamente emitiendo juicios, aun cuando no se les haya otorgado autoridad. Los juicios, como sucede en toda declaración, son válidos o inválidos, dependiendo de la autoridad que tenga la persona para hacerlos. Los juicios requieren de un compromiso adicional que no es necesario para todas las declaraciones: el compromiso es que los juicios estén "fundados" en una cierta tradición. Por consiguiente, no son únicamente válidos o inválidos, también son fundados o infundados de acuerdo a la manera en que se relacionan con determinada tradición, es decir, con el pasado.

Los seres humanos somos generadores incesantes de juicios, lo hacemos todo el tiempo y prácticamente sobre todo lo que observamos. Cada vez que enfrentamos algo nuevo comenzamos a emitir juicios casi de una manera automática. Nietzche advirtió que uno de los rasgos distintivos del ser humano es ser un animal que enjuicia. La clave del juicio es el futuro porque si no estuviéramos preocupados del futuro no habría necesidad de juicios. En cuanto suponemos que el pasado nos puede guiar hacia el futuro emitimos juicios y lo hacemos porque el futuro nos inquieta.

Nuestra capacidad de aprender nos permite desafiar aquellos juicios que tenemos acerca de nosotros mismos y estar abiertos a revisar los juicios que tenemos acerca de los demás. Como el futuro puede ser distinto del pasado, debemos ser lo suficientemente abiertos como para tratar los propios juicios como señales temporales para someternos a revisiones constantes. El diseño estratégico se refiere a una estrategia para de pensar el futuro y diseñar las propias acciones, que toma en cuenta el hecho de que éste se genera en la interacción con los otros y que estos otros pueden modificar sus juicios y por tanto, sus acciones de acuerdo, entre otros factores, al juicio que tengan sobre los juicios que nosotros podamos tener acerca de ellos. Los líderes y quienes, en general, son responsables de diseñar el futuro, saben cómo aprovechar plenamente los juicios para orientarse en medio de la incertidumbre y, al mismo tiempo, deben evitar convertirse en prisioneros de sus juicios o del pasado que esos juicios traen consigo y, aceptar que se pueden producir nuevas situaciones.

Los juicios conectan al pasado, presente y futuro.

Una de las consecuencias de no hacer la diferencia entre afirmaciones y juicios es que ello lleva a tratar a los juicios como si fueran afirmaciones y, cuando se hace esto, se restringen las propias posibilidades de acción y no se aprovechan los juicios que se proveen. Lo que se escapa en este caso es la conexión entre juicio y acción, pues el cambiar los actos permite que cambien también los juicios acerca de la persona que actúa. Al tomar al juicio como afirmación se anulan las posibilidades de aprendizaje e innovación que los juicios brindan, se elimina la posibilidad de modificar el pasado y crear una realidad distinta.

En medida que modificamos nuestras acciones, modificamos también nuestra identidad y esto abre la posibilidad de que se modifiquen también los juicios que otros tienen acerca de nosotros.

Llamamos fundamento de los juicios a la manera en que el pasado puede usarse para formular juicios que nos apoyen para tratar el futuro. Los fundamentos conectan las tres instancias de la estructura de temporalidad: pasado, presente y futuro.

El proceso de fundar un juicio se divide en 5 condiciones básicas:
1. Emitimos un juicio por algo o para algo. Proyectamos una acción hacia el futuro cuando lo emitimos.
2. Cada vez que emitimos un juicio estamos suponiendo que se coteja con un conjunto de estándares de comportamiento para juzgar el desempeño de los individuos, que nos permiten evaluar la efectividad de sus acciones. Estándares sostenidos en relación a la acción futura proyectada.
3. Cuando emitimos un juicio, generalmente lo hacemos desde un dominio particular de observación.
4. Se logra fundar los juicios al proveer afirmaciones en relación con lo que estamos juzgando.
5. La cantidad de afirmaciones que somos capaces de proveer para fundar un juicio no garantiza que lo consideremos bien fundado.


Cuando hacemos una afirmación nos comprometemos a proporcionar evidencia y, cuando hacemos un juicio, primero, a tener la autoridad que nos permita emitir ese juicio y, segundo, proporcionar fundamentos para ese juicio.

La capacidad del lenguaje de revelar el ser de quien habla, de por sí válida, es particularmente característica cuando se examinan los juicios. Comúnmente pensamos que al emitir un juicio estamos sólo enjuiciando aquello de lo que el juicio habla, no siempre percibimos que se revela mucho de nosotros al emitirlo. Los juicios tienen una doble cara porque una de sus caras mira hacia el mundo y la otra hacia el ser que somos. Los juicios siempre hablan de quienes los emiten.

Es en el terreno de los juicios donde los seres humanos libran la batalla del sentido de la vida porque es en el nivel de los juicios donde se define el sentido o sin sentido de la existencia. De allí que Nietzche advierta que sin evaluaciones y sin capacidad de emitir juicios, el núcleo de la existencia queda vacío.

Los juicios proporcionan a los seres humanos parámetros básicos a través de los cuales transcurrirá la existencia y también brindan la dirección desde la cual los individuos se transforman a sí mismos y se introducen en el futuro. En ese sentido, es difícil encontrar algo que posea el grado de importancia que alcanzan los juicios en la vida del ser humano, pues representan el núcleo fundamental de la existencia humana y comprometen la vida misma. El ser humano libre es aquel que ha sometido sus valores a un juicio crítico y puede concluir que sus juicios le pertenecen a él y no él a sus juicios.