Resumen del libro de Rafael Echeverría

domingo, 25 de noviembre de 2012

2. Sobre el lenguaje humano

El ser humano es ser lingüístico, habita en el lenguaje. Para comprenderlo se pueden explorar la naturaleza del lenguaje, particularmente del lenguaje humano, y la la relación entre el lenguaje y el individuo.


Comprendemos el lenguaje como una capacidad individual, como propiedad de una persona por tanto decimos que los individuos tienen una capacidad para el lenguaje y esto le otorga precedencia al individuo con respecto al lenguaje, pues implica que el individuo es quien habla y escucha; se asume que el individuo es precondición del lenguaje. La ontología del lenguaje se opone a esta visión, postula que los individuos, las personas, se constituyen asimismo en el lenguaje; otorga precedencia al lenguaje con respecto al individuo.

El biólogo Humberto Maturana insiste en que sólo podemos hacer lo que nuestra biología nos permite; no podemos traspasar los límites de nuestras capacidades lingüísticas. Sin embargo, el lenguaje no es generado por nuestras capacidades biológicas.

La ontología del lenguaje postula que el lenguaje no es desarrollado por un ser humano aislado, sino que el lenguaje nace por la interacción entre los seres humanos, es consecuencia y es fenómeno social y no biológico. Es en la interacción entre diferentes seres humanos particulares donde aparece una precondición fundamental del lenguaje: la constitución de un dominio consensual. Se habla de consensualidad dondequiera que los participantes de una interacción social compartan el mismo sistema de signos (gestos, sonidos, etc.) para designar objetos, acciones o acontecimientos orientados hacia coordinar acciones comunes. Sin dominio consensual no hay lenguaje y el dominio consensual se constituye en la interacción con otros en un espacio social.

Hablamos sobre el lenguaje a través y desde el lenguaje, es algo que no podemos evitar, esto implica una trampa de la que debemos mantenernos precavidos. Los signos, objetos, eventos y acciones son constituidos como tales en el lenguaje, en cuanto tales no existen por sí mismos. Sea lo que sea, lo es para nosotros en el lenguaje, un objeto es siempre una relación lingüística que establecemos con nuestro mundo, los objetos se constituyen en el lenguaje. En tanto tales, traen consigo nuestra propia marca humana y siempre expresan algo de nosotros.

El autor comenta que no existe otro camino que el del lenguaje; fuera del lenguaje no existe un lugar en que podamos apoyarnos. Los seres humanos vivimos en un mundo lingüístico.

Hablamos del lenguaje sólo cuando observamos un tipo particular de comunicación. Siempre que vemos a miembros de una especie coordinando acciones comunes hablamos de comunicación, en ese sentido, muchas especies se comunican. Sin embargo, decimos que hay lenguaje sólo cuando ocurre un particular tipo de coordinación de acciones, cuando podemos observar a los miembros de una especie coordinando su comportamiento.

El lenguaje, en cuanto fenómeno, es lo que un observador ve cuando ve una coordinación consensual de la coordinación de acciones -cuando los miembros participantes de una acción coordinan la manera en que coordinan juntos dicha acción. Es una coordinación recursiva del comportamiento. El lenguaje es algo que surge a partir de la generación de un dominio consensual que se produce en la interacción social y los seres humanos no somos la única especie que ha desarrollado este patrón dual de coordinación de acciones que denominamos lenguaje, es un rasgo que encontramos a menudo también en otras especies. La diferencia que distingue al ser humano de otras especies en este sentido es que el ser humano cuenta con la capacidad para abarcar un gran número de signos consensuales y para crear nuevos y, la capacidad recursiva del lenguaje humano, lo que significa que los seres humanos podemos hacer girar el lenguaje sobre sí mismo. El ser humano puede hablar sobre su propia habla, sobre sus distinciones lingüísticas, sobre su propio lenguaje y sobre la manera en que coordina su coordinación de acciones y, puede hacerlo todas las veces que quiera. Dicha capacidad recursiva del lenguaje humano es la base de lo que conocemos como reflexión y es la base de la razón humana.

La razón es una función del lenguaje, el ser humano es ser racional porque es un ser lingüístico que vive en un mundo lingüístico.

Los seres vivientes que cuentan con cerebros de tamaño más grande cuentan con capacidades neurológicas necesarias para formas de lenguaje más desarrolladas, esto es un ejemplo que explica que existen condiciones biológicas que se requieren para posibilitar el lenguaje, sin embargo, el lenguaje no se define como una capacidad individual, sino como un rasgo evolutivo que basado en condiciones biológicas específicas surge a través de la interacción social. Se requiere de la interacción social como caldo de cultivo para que surja el lenguaje.

El individuo en términos de persona es un fenómeno lingüístico, pues en tanto individuos somos un tipo de ser viviente que, como condición de su propia existencia, vive constreñido a su capacidad para generarle sentido a su propia vida. El individuo vive interpretándose a sí mismo y al mundo que habita y esto lo hace en cuanto opera en el lenguaje. La manera en que la persona da sentido a su propia vida es lingüística, la identidad personal está directamente asociada a una capacidad de generar relatos que dan sentido. Al modificar su propio relato de quién es, la persona modifica su identidad. El individuo no puede ser separado de su relato, es en los relatos de nosotros mismos donde generamos lo que somos. En tanto individuos, somos lo que somos debido a la cultura lingüística en la que crecemos y a la posición que ocupamos en determinado sistema de coordinación de la coordinación del comportamiento, es decir, del lenguaje; en este sentido el individuo no es únicamente construcción lingüística, sino también construcción social.

El individuo es fenómeno social porque su manera de dar sentido y actuar en la vuda no es arbitraria y no le es posible en tanto individuo trascenderla por completo. Las maneras de dar sentido y actuar descansan en la historia y en las prácticas vigentes de la comunidad de pertenencia. Los relatos que la persona cuenta de sí misma y de los demás están fabricados a partir del trasfondo de metarelatos que conoce como discursos históricos. Para comprender mejor a un individuo hay que conocer los discursos históricos a partir de los cuales se constituye. Sin embargo, el lenguaje va más allá de la capacidad para contar historias, más allá del discurso, pues es un sistema de coordinación de la coordinación de comportamiento y se hace presente en las acciones. Los modos de hacer las cosas de la manera en que las hace determinada comunidad se denominan prácticas sociales y la forma en que las personas se comportan de una comunidad a otra es frecuentemente muy distinta de como se comportan en otra comunidad. La coordinación de la coordinación del comportamiento varía de comunidad en comunidad.

Un principio básico en el enfoque sistémico es reconocer que el comportamiento humano es modelado por la estructura del sistema al que pertenece el individuo y la posición que ocupe en dicho sistema. Cuando se dan cambios en la estructura es probable que hayan cambios también en el comportamiento individual y esto muchas veces pasa inadvertido. Generalmente no observamos la manera en que los sistemas a los que pertenecemos nos hacen ser de la manera que somos. Mientras que el sistema condiciona lo que somos en tanto individuos, somos nosotros en tanto individuos creadores de ese mismo sistema.

Una vez constituidos como individuos, debido a la capacidad recursiva del lenguaje humano, somos capaces de observarnos a nosotros mismos y al sistema al que pertenecemos, y de ir más allá de nosotros y de esos sistemas.

Nuestra capacidad de reflexión nos permite especular, entablar conversaciones con los demás -y con nosotros mismos- acerca de nuevas posibilidades, arriesgarnos e inventar -despojándonos de nuestras ataduras respecto de nosotros mismos y de nuestro medio social.

El fenómeno del liderazgo arroja luces precisamente sobre la capacidad humana de intervenir en el diseño de nuestros entornos sociales y, al hacerlo, de intervenir también en el diseño de muchos individuos. El liderazgo se basa en un conjunto de capacidades lingüísticas determinadas y es una de las manifestaciones más claras de la capacidad generativa del lenguaje.

Los individuos operan dentro de los límites de lo que les es históricamente posible y, lo que es históricamente posible para un individuo dado está en función de los sistemas de lenguaje a los que pertenece. Aunque las personas trasciendan lo que les está históricamente dado, aunque inventen nuevas posibilidades, generen nuevas realidades históricas y se proyecten a sí mismos hacia el futuro, lo hacen como un resultado de lo que les es históricamente posible. Esto lleva al tercer principio de la ontología del lenguaje.

3.Tercer principio: "Los individuos actúan de acuerdo a los sistemas sociales a los que pertenecen. Pero a través de sus acciones, aunque condicionados por estos sistemas sociales, también pueden cambiar tales sistemas sociales."

Es la estrecha ideología individualista lo que ciega respecto del poderoso efecto de los sistemas sociales en la formación como individuos. El énfasis, sin embargo, no debe ser puesto en el sistema social ni en sus componentes individuales, es en la relación entre el sistema social y el individuo, entre el todo y sus partes, que se produce la dinámica del devenir.

El sistema social constituye al individuo, del mismo modo en que el individuo constituye al sistema social.

La visión de la ontología del lenguaje explica que las posibilidades no existen por sí mismas, que no son independientes de los individuos para quienes resultan ser posibilidades y, la distinción entre las proposiciones verdaderas y falsas sólo tiene sentido dentro del trasfondo compartido de una comunidad.

La ontología del lenguaje logra lo que había sido destruido por el programa metafísico: una unidad entre orador, lenguaje y acción. Reconoce que todo lo dicho es siempre dicho por alguien, restableciendo el lazo roto entre lenguaje y orador. Postula que el lenguaje es acción y evita la separación entre ambos, particularmente entre pensamiento y acción. Finalmente, postula que la acción genera ser y que ésta, por lo tanto, constituye al individuo que habla (orador) y al que actúa (actor). Al mismo tiempo, la ontología del lenguaje reemplaza la importancia del "ser", sostenida por los metafísicos, por una comprensión renovada del "devenir" y coloca la acción en el centro de su argumentación. Al conectar lenguaje y acción se produce una nueva comprensión de la acción humana.

La mayor fuerza de la ontología del lenguaje reside en la interpretación que proporciona sobre el individuo, sobre el fenómeno de la persona humana y su mundo.

La ontología del lenguaje ofrece una poderosa herramienta para lidiar con uno de los rasgos más sobresalientes de nuestro tiempo: la crisis de sentido. Una de las mayores contribuciones de la ontología del lenguaje es la competencia que ofrece a las personas para inventar y regenerar un sentido a sus vidas, pues confronta con el hecho de que no podemos esperar que la vida siempre genere, por sí misma, el sentido que requerimos para vivirla.